miércoles, 26 de enero de 2011

Yo No Puedo Tenerte Ni Dejarte - Sor Juana Inés de la Cruz

Yo no puedo tenerte ni dejarte,
ni sé por qué al dejarte o al tenerte,
se encuentra un no sé qué para quererte,
y muchos sí sé qué para olvidarte.

Pues ni quieres dejarte ni enmendarte,
yo templaré mi corazón de suerte
que la mitad se incline a aborrecerte,
aunque la otra mitad se incline a amarte;

si ello es fuerza querernos, haya modo,
que es morir el estar siempre riñendo:
no se hable más en celo ni en sospecha.

martes, 25 de enero de 2011

Alguien Sueña - Jorge Luis Borges

¿Qué habrá soñado el Tiempo hasta ahora, que es, como todos los ahoras, el ápice?
Ha soñado la espada, cuyo mejor lugar es el verso.
Ha soñado y labrado la sentencia, que puede simular la sabiduría.
Ha soñado la fe, ha soñado las atroces Cruzadas.
Ha soñado a los griegos que descubrieron el diálogo y la duda.
Ha soñado la aniquilación  de Cartago por el fuego y la sal.
Ha soñado la palabra, ese torpe y rígido símbolo.
Ha soñado la dicha que tuvimos o que ahora soñamos haber tenido.
Ha soñado la primera mañana de Ur.
Ha soñado el misterioso amor de la brújula.
Ha soñado la proa del noruego y la proa del portugués.
Ha soñado la ética y las metáforas del más extraño de los hombres, el que murió una tarde en una cruz.
Ha soñado el sabor de la cicuta en la lengua de Sócrates.
Ha soñado esos dos curiosos hermanos, el eco y el espejo.
Ha soñado el libro, ese espejo que siempre nos revela otra cara.
Ha soñado el espejo en que  Francisco López Merino y su imagen se vieron por última vez.
Ha soñado el espacio. Ha soñado la música, que puede prescindir del espacio.
Ha soñado el arte de la palabra, aún más inexplicable que el de la música, porque incluye la música.
Ha soñado una cuarta dimensión y la fauna singular que la habita.
Ha soñado el número de la arena.
Ha soñado los números transfinitos, a los que se llega contando.
Ha soñado al primero que en el trueno oyó el nombre de Thor.
Ha soñado las opuestas caras de Jano, que no se verán nunca.
Ha soñado la luna y los dos hombres que caminaron por la luna.
Ha soñado el pozo y el péndulo.
Ha soñado a Walt Whittman, que decidió ser todos los hombres, como la divinidad de Spinoza.
Ha soñado el jazmín, que no puede saber que lo sueñan.
Ha soñado las generaciones de hormigas y las generaciones de los reyes.
Ha soñado la vasta red que tejen todas las arañas del mundo.
Ha soñado el arado y el martillo, el cáncer y la rosa, las campanadas del insomnio y el ajedrez.
Ha soñado la enumeración que los tratadistas llaman caótica y que de hecho es cósmica, porque todas las cosas están unidas por vínculos secretos.
Ha soñado a mi abuela Frances Haslam en la guarnición de Junín, a un trecho de las lanzas del desierto, leyendo su Biblia y su Dickens.
Ha soñado que en las batallas los tártaros cantaban.
Ha soñado la mano de Hokusai, trazando una línea que será muy pronto una ola.
Ha soñado a Yorick, que vive para siempre en unas palabras del ilusorio Hamlet.
Ha soñado los arquetipos.
Ha soñado que a lo largo de los veranos, o en un cielo anterior a los veranos, hay una sola rosa.
Ha soñado las caras de tus muertos, que ahora son empañadas fotografías.
Ha soñado la primera mañana de Uxmal.
Ha soñado el acto de la sombra.
Ha soñado las cien puertas de Tebas.
Ha soñado los pasos del laberinto.
Ha soñado el nombre secreto de Roma, que era su verdadera muralla.
Ha soñado la vida de los espejos.
Ha soñado la vida de los espejos.
Ha soñado los signos que trazará el escriba sentado.
Ha soñado una esfera de marfil que guarda otras esferas.
Ha soñado el calidoscopio, grato a los ocios del enfermo y del niño.
Ha soñado el desierto.
Ha soñado el alba que acecha.
Ha soñado el Ganges y el Támesis, que son nombres de agua.
Ha soñado mapas que Ulises no habría comprendido.
Ha soñado a Alejandro de Macedonia.
Ha soñado el muro del Paraíso, que detuvo a Alejandro.
Ha soñado el mar y la lágrima.
Ha soñado el cristal.
Ha soñado que alguien lo sueña.

Après Un Reve

Dans un sommeil que charmait ton image
Je rêvais le bonheur, ardent mirage,
Tes yeux étaient plus doux, ta voix pure et sonore,
Tu rayonnais comme un ciel éclairé par l'aurore;
Tu m'appelais et je quittais la terre
Pour m'enfuir avec toi vers la lumière,
Les cieux pour nous entr'ouvraient leurs nues,
Splendeurs inconnues, lueurs divines entrevues,
Hélas! Hélas! triste réveil des songes
Je t'appelle, ô nuit, rends moi tes mensonges,
Reviens, reviens radieuse,
Reviens ô nuit mystérieuse.

Por favor, busquen la pieza. Es realmente maravillosa.

domingo, 23 de enero de 2011

The Pleasure Principle [fragment] - Philip Larkin

It is sometimes useful to remind ourselves of the simpler aspects of things normally regarded as complicated. Take, for instance, the writing of a poem. It consists of three stages: the first is when a man becomes obsessed with an emotional concept to such a degree that he is compelled to do something about it. What he does is the second stage, namely, construct a verbal device that will reproduce this emotional concept in anyone who cares to read it, anywhere, any time. The third stage is the recurrent situation of people in different times and places setting off the device and re-creating in themselves what the poet felt when he wrote it. The stages are interdependent and all necessary. If there has been no preliminary feeling, the device has nothing to reproduce and the reader will experience nothing. If the second stage has not been well done, the device will not deliver the goods, or will deliver only a few goods to a few people, or will stop delivering them after an absurdly short while. And if there is no third stage, no successful reading, the poem can hardly be said to exist in a practical sense at all.

Song - John Donne

Go, and catch a falling star,
Get with child a mandrake root,
Tell me, where all past years are,
Or who cleft the Devil's foot,
Teach me to hear mermaids singing,
Or to keep off envy's stinging,
And find
What wind
Serves to advance an honest mind. -
If thou be'est born to strange sights,      
Things invisible to see,
Ride ten thousand days and nights,
Till age snow white hairs on thee,
Thou, when thou return'st, wilt tell me
All strange wonders that befell thee,
And swear
No where
Lives a woman true, and fair. -
If thou find'st one, let me know,
Such pilgrimage were sweet.                    
Yet do not, I would not go,
Though at next door we might meet,
Though she were true, when you met her,
And last, till you write your letter,
Yet she
Will be
False, ere I come, to two, or three.

miércoles, 19 de enero de 2011

Autorretrato - Adam Zagajewski

Ah... Lo encontré en el blog de Be y había que ponerlo.

Entre ordenador, lápiz y máquina de escribir
se me pasa la mitad del día. Algún día se convertirá en medio siglo.
Vivo en ciudades ajenas y a veces converso
con gente ajena sobre cosas que me son ajenas.
Escucho mucha música: Bach, Mahler, Chopin, Shostakovich.
En la música encuentro la fuerza, la debilidad y el dolor, los tres elementos.
El cuarto no tiene nombre.
Leo a poetas vivos y muertos, aprendo de ellos
tenacidad, fe y orgullo. Intento comprender
a los grandes filósofos -la mayoría de las veces consigo
captar tan sólo jirones de sus valiosos pensamientos.
Me gusta dar largos paseos por las calles de París
y mirar a mis prójimos, animados por la envidia,
la ira o el deseo; observar la moneda de plata
que pasa de mano en mano y lentamente pierde
su forma redonda (se borra el perfil del emperador).
A mi lado crecen árboles que no expresan nada,
salvo su verde perfección indiferente.
Aves negras caminan por los campos
siempre esperando algo, pacientes como viudas españolas.
Ya no soy joven, mas sigue habiendo gente mayor que yo.
Me gusta el sueño profundo, cuando no estoy,
y correr en bici por caminos rurales, cuando álamos y casas
se difuminan como nubes con el buen tiempo.
A veces me dicen algo los cuadros en los museos
y la ironía se esfuma de repente.
Me encanta contemplar el rostro de mi mujer.
Cada semana, el domingo, llamo a mi padre.
Cada dos semanas me reúno con mis amigos,
de esta forma seguimos siendo fieles.
Mi país se liberó de un mal. Quisiera
que le siguiera aún otra liberación.
¿Puedo aportar algo para ello? No lo sé.
No soy hijo de la mar,
como escribió sobre sí mismo Antonio Machado,
sino del aire, la menta y el violonchelo,
y no todos los caminos del alto mundo
se cruzan con los senderos de la vida que, de momento,
a mí me pertenece.

martes, 18 de enero de 2011

They Flee From Me - Sir Thomas Wyatt

They flee from me that sometime did me seek
With naked foot, stalking in my chamber.
I have seen them gentle, tame, and meek,
That now are wild and do not remember
That sometime they put themself in danger
To take bread at my hand; and now they range,
Busily seeking with a continual change.

Thanked be fortune it hath been otherwise
Twenty times better; but once in special,
In thin array after a pleasant guise,
When her loose gown from her shoulders did fall,
And she me caught in her arms long and small;
Therewithall sweetly did me kiss
And softly said, “Dear heart, how like you this?”

It was no dream: I lay broad waking.
But all is turned thorough my gentleness
Into a strange fashion of forsaking;
And I have leave to go of her goodness,
And she also, to use newfangleness.
But since that I so kindly am served
I would fain know what she hath deserved.

Sonnet 20 - William Shakespeare

A woman's face with nature's own hand painted,
Hast thou, the master mistress of my passion;
A woman's gentle heart, but not acquainted
With shifting change, as is false women's fashion:
An eye more bright than theirs, less false in rolling,
Gilding the object whereupon it gazeth;
A man in hue all hues in his controlling,
Which steals men's eyes and women's souls amazeth.
And for a woman wert thou first created;
Till Nature, as she wrought thee, fell a-doting,
And by addition me of thee defeated,
By adding one thing to my purpose nothing.
But since she prick'd thee out for women's pleasure,
Mine be thy love and thy love's use their treasure.